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El caballo del carrusel

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Había una vez un hermoso y majestuoso caballo blanco, el cual era muy especial, pues cabalgaba y cabalgaba día trás día, alrededor del carrusel de un parque de atracciones para niños.

El lindo caballito, a todas horas mientras giraba y giraba en el carrusel, imaginaba que trotaba y galopaba por verdes y resplandecientes praderas bañadas por el sol, y se sentia libre como el viento mientras de vez en cuando giraba la cabeza para mirar al niño que llevaba en su lomo, sintiéndose feliz de ver al niño con una gran sonrisa dibujada en su carita con su cabello ondulando al viento. Pero después, despertaba de su sueño imaginario y se daba cuenta que en realidad giraba y giraba en el carrusel.

– Ayyyyy – suspiraba pensando – como me gustaría que mis sueños se hicieran realidad.

Un día de verano, un niño que se llamaba Pablo, fue al parque de atracciones acompañado de su abuelito. A Pablo le encantaban los caballos y a menudo soñaba con cabalgar a lomos de un hermoso caballito blanco.
Pedro se acercó al carrusel y se quedó mirándolo embobado, cuando de repente, al ver el caballo blanco, sintió un escalofrío que le puso tooooodos los pelos de punta, y sin saber porque, sabía que tenía que montar ese caballo costara lo que costara, por lo que comenzó a gritarle entusiasmado a su abuelito.

– ¡ Abuelito abuelito ! ¡ quiero montarme en el carrusel !

El abuelito de Pablo compró un tíquet para el carrusel, y Pablo, emocionado, corrió a subirse a lomos del caballo blanco antes de que algún otro niño se le adelantara.
Cuando Pablo montó sobre su lomo, el caballo blanco lo miró, y también, al igual que le había pasado a Pablo, sintió un escalofrío que le recorría todo su cuerpo poniendo su pelo de punta.
La música del carrusel comenzó a sonar y el carrusel en ese momento inició su viaje. Ambos, tanto Pedro como el caballito, cerraron en ese momento sus ojitos, y muuuuuuy muuuuuuy concentrados, imaginaron que cabalgaban por unas praderas inmensas, llenas de verde pasto, rodeadas de bosques y bajo un sol resplandeciente que les acariciaba.

Al terminar el viaje, Pablo descendió del caballito con una inmensa cara de felicidad, radiante, eufórico y lleno de alegría, y fue corriendo a abrazar a su abuelito, el cual andaba despistado leyendo un periódico.

Al verlo tan feliz su abuelito le dijo:

– Caramba Pablo ¡ si que te ha gustado el paseo !

y Pablo, con una enorme sonrisa le respondió:

– Ayyyy abuelito…si tu suppieras…

Desde ese día, muchos niños cuentan que vieron a un hermoso caballo blanco cabalgando alegre hacia la puerta del parque de atracciones, con un niño sonriente montado en su lomo, a los que vieron cabalgar rumbo a las praderas. El hada de los deseos, al escuchar esta historia, sonríe pícaramente, mientras el caballito blanco del carrusel, desde ese dia, se ve mucho más hermoso y radiante, y con una sonrisa dibujada en su carita de cartón piedra.

» Si persigues con muuuuucha fuerza tus sueños, algún día se harán realidad «

Autor:

«Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu consentimiento» —Eleanor Roosevelt

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